OESSP 17/03/19. Escribe: Andrea Felix. El pasado viernes 8 de marzo, se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. En casi todo el mundo millones de mujeres se movilizaron por sus derechos, reclamando paridad de género y levantando exigencias a los gobiernos de sus respectivos países. En el Perú se llevaron a cabo movilizaciones en diferentes ciudades al interior del país.
Este día conmemora la lucha por los derechos laborales, civiles e institucionales que las mujeres han conseguido a lo largo de la historia y que continúa siendo una lucha constante dentro del ambiento económico, político y sociocultural.
Sin embargo, en el presente año tuvo una notoria participación en comparación a años anteriores y se notó una diversidad de sectores interesados en apoyar la finalidad de la movilización. No faltaron las descoordinaciones por la debilidad organizativa de algunos de los diferentes movimientos, coletcivos e instituciones comprometidas con la marcha. Si bien se convocó a reuniones generales previas estas no tuvieron éxito. El dinamismo de los espacios feministas a nivel nacional sigue presentando una deficiencia al momento de estructurar un discurso o acción común que los represente como un conjunto sólido en unidad ya que las diferencias de los mismos presentan en más de un caso desigualdad y hasta discrepancia.
Ante ello los diferentes grupos que estuvieron presentes en la marcha exigían una respuesta estatal ante las alarmantes cifras de feminicidios, la penalización del acoso, el recorte y la precarización laboral, el alza de costo de vida, la necesidad del enfoque de género en la currícula nacional y el aborto legal.
Es necesario recalcar la presencia de organizaciones que representaban a la mujer trabajadora, andina y ama de casa, si bien el 8 de marzo del 2018 el Estado Peruano promulgó con decreto supremo el reglamento de la Ley Nº 30709, que prohíbe la discriminación remunerativa hacia las mujeres.
En la realidad siguen existiendo los prejuicios, acoso, precarización laboral y discriminación, los cuales son los principales elementos que afectan a un sector importante de oblación económicamente activa femenina en el Perú. Presentando una brecha salarial entre hombres y mujeres del 30% en promedio. Las madres que trabajan y son amas de casa, además de realizar las labores del hogar disponen de jornadas extenuantes en sus trabajos, que en su mayoría terminan siendo auto gestionadas por ellas mismas y las habilidades que presentan, en la mayoría de casos siendo madres solteras exigen una remuneración salarial a el doble trabajo que realizan ya que es obligación del Estado apoyar a los sectores más vulnerables de su población y que presentan una capacidad de salir adelante dinamizando así la economía nacional, ya que al tener apoyo en sus hogares pueden brindar mayores beneficios a los niños de sus familias convirtiéndolos en potenciales ciudadanos para el país.
Finalmente, las organizaciones del interior del país, demandaban una equidad a nivel nacional por parte del Estado sin caer en centralismos, ya que se debe tomar en cuenta la situación presente de todas las mujeres, incluidas las del interior del país, ya que cada contexto es diferente y exige atenciones de acuerdo a sus necesidades y realidades.