OESSP 17/09/17. Escribe: Alejandro Valdivieso. “Nosotros tenemos el conocimiento de la experiencia vivida”, señala Calixto León, miembro y ex presidente de la última junta directiva de Tarinakuy. Una organización de desplazados por la violencia política surgida en el distrito de Villa El Salvador en 2003 y compuesta en la actualidad por sesenta familias. Reconocida por la Comisión Multisectorial de Alto Nivel (CMAN) del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, como una organización de desplazados y afectados por la violencia política.
Tarinakuy significa “Encontrarse”. Sus miembros vienen de la Costa, los Andes y la Amazonía. Fueron “arrancados de raíz” de sus tierras natales por una guerra que no terminaban de comprender, salvar su vida les costó dejar todo lo que ya habían logrado. En el caso de Calixto León, abandonar su pequeña empresa de agricultura en Satipo. Fidel Torres, ex funcionario encargado del trabajo con población desplazada de la Municipalidad de Vila El Salvador, indica que los desplazados “salieron de una violencia y llegaron a otra”.
Sin embargo, no se rindieron; y en Lima, organizados, han vuelto a echar raíces. Su lucha como organización de desplazados, y por ende de víctimas, no se restringe a una lucha por memoria, contra la impunidad o reconocimiento, ellos también despliegan una lucha económico social.
En la medida en que ellos, los que se “encontraron”, portaban consigo experiencias importantes en cuanto a relaciones económico sociales: emprendimientos de pequeña escala diversos, actividades productivas agrícolas, crianza de animales. Gente organizada no podía pasar por alto toda esta riqueza en “conocimiento”, en “experiencia”, y es así que despliegan desde Tarinakuy importantes proyectos en materia económico social.
“Pensar en comunidad” es la frase que los motiva, movidos por el valor de la solidaridad, Tarinakuy en la actualidad desarrolla un fondo de microcrédito llamado “Financiera la única” a la que llaman coloquialmente el “banquito”. Después de recibir capacitación financiera y contable, así como haber pasado por experiencias como la organización de “juntas”, decidieron armar un fondo de microcrédito.
“Al principio todos dudaban, ahora nadie se queja”. Calixto León afirma que el “banquito” funciona bien “todos aportamos, todos ganamos” y de ahí apoyamos las iniciativas de nuestros asociados. Así de manera autónoma y autogestionaria, Tarinakuy muestra otra forma de practicar la economía en la que, en palabras de Fidel Torres no está la idea de un “sálvense quien pueda”.
Torres recuerda cómo el acercamiento entre universidad y desplazados permitió facilitar algunas de sus iniciativas. La Universidad del Pacífico y Tarinakuy desenvolvieron acciones conjuntas que permitieron lograr que muchos jóvenes estudiantes realizaran investigaciones económicas y financieras con Tarinakuy y luego capacitaran a sus integrantes en materia administrativa, económica, contable y financiera.
Otros ejemplos de relaciones económico sociales desplegadas por Tarinakuy pueden encontrarse en otro proyecto: “Del productor directo al consumidor”, ese era el eslogan con el que promovían al mercado “La Caserita”. Otra importante iniciativa que desenvolvieron. Debido a los contactos que poseían con organizaciones de productores en distintas partes del Perú apostaron por traer una variedad de productos a bajo costo. “Vendíamos y ganábamos solo 10 céntimos”, recuerda Calixto León.
Él anota que jamás entraron en conflicto con los mercados locales, es más pudieron realizar una suerte de simbiosis, “todos ganábamos”, “todos estamos contentos”. Ya que no solo compraban el producto que traían a un precio barato sino que además podían adquirir una oferta diversificada de productos.
Sin embargo, la Municipalidad de Villa El Salvador les prohibió hacer esto, no lograron los permisos necesarios y apoyos políticos suficientes y el proyecto naufragó.
Tarinakuy posee importantes desafíos a futuro como organización. Uno de los principales es lograr el involucramiento de las y los jóvenes hijos y familiares de sus integrantes. Existe una brecha generacional marcada que no termina de cerrarse, aunque hay jóvenes que se sientan agradecidos con la organización y reconocen la labor que ha desenvuelto en favor de sus familias.
Esta organización tiene un potencial digno de ser reconocido. Por ello, no es arbitrario que sus integrantes se sientan en gran medida como un ejemplo de vida para muchos otros desplazados y migrantes de nuestro país. La lucha económico social desenvuelta en el marco de su dolorosa experiencia de desplazamiento ha sido asimilada y procesada a través del despliegue de relaciones económico sociales caracterizadas por la solidaridad, la cooperación, la reciprocidad.
Calixto León espera que en los próximos diez años sean una cooperativa de ahorro y crédito, que tengan alcance nacional para “encontrarse” con todas y todos aquellos que han sufrido como ellos; y con todas y todos aquellos que siguen luchando como ellos.
Solidaridad, cooperación, reciprocidad, otra forma de entender al trabajo es lo que encontramos en la experiencia de Tarinakuy. Sus integrantes son conscientes de que tendrán que seguir bregando, por eso, no apuestan sólo por conseguir el justo derecho a las reparaciones. Quieren que se les reconozca su “saber”, producto de su “experiencia vivida”, y que asumen puede dar también buenos frutos a otros y otras que viven en la Lima y el Perú de hoy.