¿Quiénes concentran las tierras en el Perú? – Una mirada hacia Apurímac
El proceso de ocupación de tierras en el País, se remonta a los datos que la historia nos muestra en los periodos cronológicos de las culturas prehispánicas del antiguo Perú, sin embargo el futuro traería nuevos procesos de ocupación y concentración de tierras desde la aparición de un nuevo gobierno llamado colonia.
Muchos siglos después, este proceso de concentración de tierras, traería la preocupación de la ciudadanía en la década de los 50 y 60, ya que justo en este momento ocurrió un fenómeno en donde los pobladores del interior del país emprendieron un proceso de migración para ocupar las principales ciudades y capitales, buscando un mejor acceso a servicios, educación y empleo.
En estas décadas, la preocupación por la extensión y cantidad de tierras que algunas personas concentraban, llevo a buscar estandarizar sus dimensiones y establecerlas en 250 Hectáreas como propiedad individual (1) . En los años siguientes esta preocupación llevo a pensar en una nueva estandarización, la cual consiguió establecer en 150 Hectáreas (2) como máximo para la propiedad individual, preocupación que fue incorporada en la constitución de 1979, como un proceso permanente, es decir el país ya tenía claro que no era saludable para la planificación de un territorio, que la propiedad de la tierra se concentre en cantidad y extensión en solo un grupo de personas.
Décadas después, el país entra en un momento en donde la guerra interna dura más de dos décadas, generando otro fenómeno de movilización de la población que habitaba en el campo, fenómeno que fue inducido por la ocupación a la fuerza de grupos armados y despreocupación del propio Estado, obligando al abandono de tierras y terminando por desplazar a estas poblaciones nuevamente hacía las grandes ciudades del país. Este desplazamiento ya no solo sería por buscar mejores condiciones laborales y de servicios educativos, sino también por buscar una mayor seguridad, justicia y atención del Estado.
Sin embargo la preocupación por la concentración de la tierra en pocos individuos dejó de ser del interés de quienes tenían el gobierno en los años 90, promulgando la “Ley de Tierras” (3) , en la que no se define con claridad el tamaño o extensión de la tierra a la que puede acceder un propietario, como también no se define con claridad cuál sería el propósito del propietario en el uso de tierras de proporciones muy extensas. Acompañando a esta ley, surgen nuevos mecanismos para la promoción de la inversión en el sector minero (4) , en las que se le da estabilidad tributaria y con ello se abre todo un mercado dirigido por el MINEM y el INGEMMET, vía el Estado, para especular con la tierra y poner en concesión casi todo el territorio nacional, lo que ha conllevado a la ocupación en algunos casos en más del 100% (5) de muchos territorios de las regiones, provincias, distritos y comunidades campesinas e indígenas del país.
En este proceso cabe mirar al interior de la regiones del país, en donde no se tiene todavía claro quienes están concentrando la mayor cantidad de tierras y con qué propósito. En este sentido exploramos algunos datos de la región de Apurímac, en donde existe un gran proyecto minero y mecanismos de desarrollo de enclave (6) que están pensados para darle soporte a este tipo de actividad económica.
Apurímac, es una región ubicada en la sierra sur del país, donde se desarrollan los mecanismos de soporte de enclave para un gran proyecto minero, en la zona conocida como “Las Bambas”. En este territorio la configuración del espacio nos estaría evidenciando la despreocupación del Estado por normar y estandarizar la concentración de tierras y la propiedad, evidenciando un territorio ocupado en su mayoría por titulares mineros en proyectos de exploración y explotación minera y titulares de concesiones mineras que estarían esperando el momento más propicio para especular con las tierras que tienen dadas en concesión por el Estado.
Por otro lado, también pone en evidencia la cantidad de predios rurales que están registrados como propiedad individual, la cual tiene una extensión muy ínfima con respecto a la cantidad de territorio concesionado a la minería. En el caso de las comunidades campesinas, estas estarían ocupando un territorio mayor al de la propiedad individual de predios rurales, pero mayor a la extensión de tierras que ocupan las concesiones en actividad de extracción y explotación.
Otro elemento que marca las condiciones para la ocupación del territorio en Apurímac está en función de los mecanismos de desarrollo de enclave que estarían desarrollando conectores eficientes para mejorar los flujos que necesita la actividad minera, esto se manifiesta en los ejes de integración vial que están hechos para conectar los principales lugares donde ya existe la explotación de minerales y aún se está en proceso de exploración.
Cuadro N°1. Concentración de tierras en Apurímac
Esta figura podría dar la idea, de que se buscarían integrar a los centros poblados más desarticulados del país, sin embrago estos ejes viales, no se están pensando en desarrollar procesos de conexión para minimizar los espacios entre el agricultor y las grandes ciudades, si no para acercar los mecanismos de desarrollo de enclave que dan soporte a las actividades mineras.
Esta mirada en cuanto a la concentración de la tierra en Apurímac, nos lleva a las siguientes preguntas:
¿En el Perú no existe la preocupación del Estado por tener un manejo más integral y transparente libre de la especulación de la tierra?
¿La propiedad y concentración de la tierra no tiene más un interés de regulación de parte del Estado como mecanismos de protección del territorio?
¿Qué otros procesos regulatorios con respecto al uso y ocupación de la tierra podrían generar nuevas dinámicas, para proponer una alternativa al desarrollo de enclave?
Sin duda, el Estado tiene que responder a las interrogantes que surgen con respecto a la ocupación y concentración de tierras por parte de terceros, como también buscar los mecanismos que gestionen el territorio de manera eficiente, integrando a las economías que plantean otros modelos de desarrollo, diferentes a la economía de desarrollo de enclave, como la que actualmente rige la ocupación del territorio en nuestro país.
Por otro lado sin dejar duda de que el Estado está pensando en generar nuevas relaciones entre las economías de enclave y el tan esperado desarrollo, podemos mencionar que actualmente existen proceso en donde la población y la sociedad civil están buscando nuevas estrategias para retomar sus tierras y la producción del campo, esto estaría generando nuevas dinámicas de comercialización, las cuales escapan a la forma de mercado que existe en lo urbano, para buscar sus propios mecanismos de comercialización, bajo sus propias reglas de intercambio, comercio y el uso de un idioma en común.
Podríamos decir entonces, que la concentración de la tierra tiene una cercana relación con la economía de desarrollo de enclave, la cual busca generar los mecanismos necesarios para incorporar sus reglas sobre el territorio que ocupa, sin embargo siendo el territorio un medio vivo y dinámico, surgen en la población económicamente minoritaria nuevas estrategias para generar dinámicas económicas enfocadas en un desarrollo más integral.
Por: Elqui Cruz / Geógrafo